Para derrotar al chavismo y conseguir la mayoría simple en el Parlamento, la oposición no necesita una victoria tan amplia como la de 2015. No obstante, es indispensable que se construya una alianza unitaria entre las fuerzas participantes y que buena parte del electorado se entusiasme con la idea de votar
Franz Von Bergen
Henrique Capriles se desmarcó de la estrategia de la oposición mayoritaria y llamó a participar en las elecciones parlamentarias del #6D. Su decisión, sin embargo, no fue acogida con entusiasmo por los líderes de los partidos mayoritarios, que en mayor o menor medida criticaron sus palabras y ratificaron su decisión de abstenerse en los comicios, en un reciente documento de confirmación del “pacto unitario”.
¿Puede el exgobernador y excandidato presidencial derrotar solo al chavismo en las urnas o su llamado está condenado al fracaso y a servir a Nicolás Maduro de argumento legitimador cuando a partir del 7 de diciembre intente promover internacionalmente la validez de la nueva Asamblea Nacional?
Evidentemente, la respuesta final dependerá del entusiasmo y del deseo de participar que genere Capriles entre los opositores, lo cual solo se podrá medir con encuestas y más cerca de la fecha de las elecciones. No obstante, en este momento desde el #GuachimánElectoral proyectamos que sí es posible obtener algunos indicios evaluando los resultados electorales que ha habido desde que Maduro asumió la presidencia en 2013.
El techo del chavismo
Desde las elecciones municipales de 2013, el chavismo ha tenido un techo electoral bastante evidente. En esos comicios consiguió 5,2 millones de votos; en las parlamentarias de 2015 sumó 5,6 millones; en las regionales de 2017 alcanzó 5,8 millones y en las presidenciales de 2018 llegó a 6,2 millones.
Todas esas cifras de votación están muy por debajo de los 7,7 millones de votos que consiguió la oposición en las parlamentarias de 2015. Esto indica que el chavismo ha conseguido ganar gracias a que sus rivales se han desmovilizado y no porque haya sumado nuevos apoyos.
Las encuestas indican una situación similar. Después de que los efectos de la crisis económica se han sentido con más fuerza, la autodefinición de los encuestados como chavistas se ha estancado y mantenido siempre entre 10% y 20%, según cifras de Datanálisis.
Por consiguiente, para dar una sorpresa en las elecciones parlamentarias de diciembre, Capriles no necesitaría movilizar a todo el electorado opositor, pero sí el suficiente para superar el techo de votación del chavismo.
De los comicios recientes, las elecciones regionales de 2017 son las que arrojan más pistas sobre la meta que debe ponerse el excandidato presidencial para tener oportunidad de ganar la Asamblea Nacional. En esas elecciones, parte de la oposición no quiso participar después del fraude denunciado pocos meses antes en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente. Aunque los partidos mayoritarios sí presentaron su tarjeta, la abstención le costó a la entonces Mesa de la Unidad Democrática (MUD) gobernaciones importantes como la del estado Miranda, que había sido gobernado por el mismo Capriles.
Si trasladamos los resultados de esos comicios a la distribución de escaños del #6D de este año, el chavismo habría ganado la mayoría simple con 64% del total de escaños, pero se habría quedado por debajo de la mayoría calificada, lo que ya de por sí sería un logro para Capriles en los próximos comicios legislativos.
El espejo de 2017
Si nos guiamos por los resultados de las elecciones de 2017, 64 de los 130 diputados nominales a repartir estarían en circuitos favorables para el chavismo porque los ganó con una diferencia superior a los 10 puntos porcentuales en esa ocasión, a la vez que 19 representantes nominales estarían en territorios de ventaja para la oposición.
La elección se definiría en 24 circuitos reñidos donde se escogen a 39 parlamentarios y en los que ese día la diferencia entre el Gobierno y la oposición fue menor a 10 puntos porcentuales.
La suma de los escaños favorables al chavismo (64), los favorables a la oposición (19) y los reñidos (39) da 122 curules y no 130 debido a que no se puede hacer una proyección sobre los 8 diputados nominales del Distrito Capital porque en esos comicios no se votó en este territorio.
Es evidente que el chavismo parte como favorito dentro de este escenario. Sin embargo, Capriles mantendría una opción de ganar la mayoría simple de la Asamblea Nacional.
Si venciera en las 24 circunscripciones calificadas de reñidas, la oposición tendría 58 parlamentarios nominales contra los 64 del oficialismo, una diferencia que se borraría con la repartición de los diputados lista porque los opositores muy probablemente sumarían más votos que el chavismo si son capaces de ganar en todos los territorios reñidos.
Para Capriles conseguir esta hazaña serían claves los estados Zulia y Anzoátegui. En el primero se ubican 5 circuitos reñidos en los que se reparten 7 parlamentarios, a la vez que en el segundo hay 4 circunscripciones del mismo tipo con la misma cantidad de diputados.
Otros territorios especialmente importantes serían Vargas, donde se reparten tres curules en una única circunscripción; el circuito 2 de Bolívar, donde también se pelea por tres escaños; y el 1 de Monagas, con la misma cifra de diputados.
No sería imposible que la oposición ganara en todos esos territorios reñidos. De hecho, en las elecciones parlamentarias de 2015 consiguió victorias en todos menos uno. En 11 de las 24 circunscripciones incluso derrotó al chavismo por más de 20 puntos.
Si la plancha de Capriles fallara en alguno de esos circuitos reñidos tendría opciones de compensar la situación venciendo en alguna de las 17 circunscripciones que en la elección de 2017 ganó el chavismo con claridad, pero que en 2015 la oposición consiguió conquistar con una participación masiva.
Entre estos territorios está el circuito 5 de Carabobo y el 1 de Lara, que reparten cuatro escaños cada uno, y las circunscripciones 1 de Barinas y 1 de Amazonas, en las que se escogerán tres curules.
Ganar en estos territorios resultará más difícil y en casi todos la oposición solo ha vencido en 2015 con una gran votación y un esfuerzo unitario, pero la posibilidad de derrotar al chavismo no es imposible.
Requisitos
Más allá de entusiasmar al electorado opositor para que acuda a las urnas, Capriles también tiene que completar otro requisito básico para tener opciones de victoria: construir una alianza unitaria.
El #6D se repartirán más de la mitad de los escaños por método proporcional y con base en la votación que obtengan las listas de los partidos. Si el voto opositor se divide, le será imposible obtener más diputados lista que el chavismo y la posibilidad de conseguir la mayoría simple se reducirá de manera importante.
En 2018 Henri Falcón ya rompió con la estrategia de abstención de la oposición y se presentó a las elecciones presidenciales por su cuenta. Acumuló 1,9 millones de votos que hoy tendrían que alinearse con los de Capriles para tener opciones de triunfo.
Falcón y Capriles se han aliado en el pasado. Incluso en las primarias opositoras de 2012 el apoyo del exgobernador de Lara fortaleció desde el principio las opciones del exmandatario de Miranda. Sin embargo, esa no es la única alianza que tendría que construirse.
En 2018 apareció la opción de Javier Bertucci, que nunca había pertenecido a la MUD. Alcanzó 996,000 votos en las presidenciales, 10,8% del total de electores de ese año.
En los comicios regionales de 2017, menos del 1% de votos se fue a terceras opciones. Si en esta ocasión Bertucci acumulara nuevamente 10%, el chavismo tendría la mayoría simple de la Asamblea Nacional casi asegurada.
El llamado de Capriles tiene opciones de conseguir una victoria el #6D si entusiasma a un electorado algo superior al que fue a votar por la oposición en las elecciones regionales de 2017. Pero una cosa es segura: aunque se presente sin la mayoría de la oposición, no podrá ganar solo, necesita por lo menos construir una alianza con las otras fuerzas enfrentadas al chavismo que se presentan a los comicios.