Los resultados de las últimas cinco elecciones entre parlamentarias y presidenciales, evidencian una erosión del caudal de votos del Psuv. Los analistas Maryclen Stelling, Ricardo Sucre Heredia y Marisela Betancourt nos ofrecen sus puntos de vista sobre esta merma del voto del oficialismo, en los que destacan, el agotamiento del discurso y el distanciamiento hacia la dirigencia.
José Luis Carrillo / TalCual
Desde la última elección en la que participó Hugo Chávez (2012) hasta el evento electoral del pasado domingo, 6 de diciembre, las cifras oficiales publicadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) demuestran una merma significativa en el voto chavista que, pese a haber logrado victorias, demuestra que el caudal de apoyo hacia el sector oficialista ha ido disminuyendo.
Desde aquellos 8.191.132 votos que consiguió Hugo Chávez a través del Polo Patriótico en la contienda frente a Henrique Capriles, a los 4.317.819 que sumaron las fuerzas del chavismo en las parlamentarias del pasado 6 de diciembre, han quedado en el camino 3.873.313 sufragios.
Movimiento en las bases del chavismo
Por supuesto que hay factores que inciden en que no todo el que respaldaba al gobierno de Nicolás Maduro acudiera a la cita con las urnas: no fue una elección competitiva, no participó la oposición mayoritaria, obviamente incidió que algunos electores chavistas hicieran caso omiso del llamado a votar, así como también el hecho de que las elecciones parlamentarias generalmente convocan menos votantes que unas presidenciales.
En todo caso, la dirigencia del chavismo, empezando por el gobernante Nicolás Maduro, hizo constantes llamados a votar, y desde antes que se convocaran las elecciones ya habían accionado su maquinaria de las UBCH y los CLAP para controlar que su base electoral asistiera a los centros de votación, por lo que se hace evidente que algo en esa base se está moviendo y no en la dirección que la cúpula del PSUV desea.
Disminución del “voto duro” en el chavismo
De los 8.191.132 votos obtenidos en 2012 por el PSUV y que representaron el techo del chavismo, pasaron a 7.587.579 sufragios que fueron los que alcanzó Nicolás Maduro en 2013. Poco más de medio millón perdidos en tan solo cinco meses que separó una elección de otra. Luego de eso, el PSUV y sus aliados consiguieron 5.625.248 votos en las parlamentarias de 2015 (donde finalmente perdió con la oposición, cifra que se consideró entonces como el “voto duro” del chavismo), subió un poco en las presidenciales de 2018 a 6. 245.862 sufragios (la oposición mayoritaria no participó), y finalmente descendió a los 4.317.819 del pasado 6 de diciembre.
Las cifras demuestran que es cierto que el chavismo se moviliza más en las presidenciales, pero igual se puede observar que en ambos casos (presidenciales y parlamentarias), el descenso en el número de votantes es notable.
Ese “voto duro” de más de cinco millones y medio de votantes registrado en las parlamentarias de 2015, es equiparable a los 5.423.324 votos que registró el chavismo en las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional de 2010, por lo que se puede comprobar que ése era el “voto duro”, el que votaba por convicción, así no fuera Chávez el candidato y así no hubiera un contendor importante en el bando contrario.
Desafección política del chavismo
La socióloga y analista política y comunicacional Maryclen Stelling asegura que, aunque efectivamente son varios los factores que hicieron que la votación del chavismo disminuyera, se evidencia que se está produciendo un fenómeno de desafección política en la base de apoyo de las fuerzas que gobiernan al país.
“Una de las variables independientes es que somos un país presidencialista, y convocan mucho más unas elecciones presidenciales que cualquier otro tipo de elección; también hay otra variable, metodológicamente hablando, y es que no es lo mismo votar con Chávez, por él o por un parlamento de él, que ahora. La ausencia de Chávez ha ido afectando gradualmente la convocatoria al voto”, indicó Stelling.
La analista señala un tercer elemento para la disminución del caudal de votos del chavismo, y es la crisis del país, que consdiera “multidimensional” ya que “aqueja a todos los venezolanos, porque, así como afecta al funcionariado público, también lo hace con la intención de voto”, explicó.
Desapego a todo lo que es política
Finalmente, refirió el fenómeno de la desafección política: “Es un fenómeno de la psicología social y política y que estuvo por detrás del voto, por la altísima abstención. Sacamos la que corresponde a la oposición porque había una línea de abstenerse y vemos que en el chavismo hay un proceso bastante importante de desafección política. Es como una desesperanza, una desilusión, un desapego de todo lo que es la política”.
Explicó Stelling que esto se evidencia como una situación de desamparo de la política por parte de buena parte de la población, algo que conlleva a un cuestionamiento y una sanción al liderazgo político. “Hay un desgaste de la población, pero un desgaste que busca culpables. Tiene que ver con la crisis multidimensional que produce una crisis de subsistencia. Salir a buscar el día a dí, el sustento diario es una lucha por la vida y si no atendemos el proceso de desafección, desesperanza, tristeza, eso sigue in crescendo; aumentará si te sigues depauperizando y el liderazgo político y económico en el cual tú crees o creías no resuelve el problema”, detalló.
Desgano en el chavismo
Esa desafección de la que habla Maryclen Stelling también la observa el politólogo y psicólogo social Ricardo Sucre Heredia, quien la llama con un término más sencillo: desgano.
“Por supuesto que si la oposición hubiera participado unida hubiera ganado y hubiera sacado una buena votación y hubiera dado más picante a la elección. Es otra discusión, creo que la oposición erró el tiro, pero, al margen de eso, creo que lo que implica en el caso del PSUV es que hay un desgaste, una decepción de las bases del chavismo”, apuntó el experto.
Desde su perspectiva, el punto máximo de esperanza de las bases y dirigencia del chavismo ocurrió con la elección constituyente del año 2017 (elección que no fue por partidos, sino por sectores de la sociedad).
“El chavismo se movilizó allí, más allá de cuánto fue, si fueron los ocho millones que dijo el CNE o los siete millones que dice Smartmatic, se movilizó y lo hizo por dos razones, porque vio en la constituyente la manera de ponerle término a la política de calle de la oposición, lo que se dio, porque al día siguiente fue evidente que terminaron los cierres de calle y manifestaciones, y la otra razón fue porque vio en la constituyente que sus condiciones y las del país iban a mejorar, lo que no se cumplió”, sostuvo Sucre Heredia.
Considera que la constituyente pasa con más pena que gloria y que fue una suerte de mecanismo de control de la AN, pero que en las expectativas que la población chavista esperaba de un cuerpo de más de 500 personas, donde participaron los diferentes sectores de la sociedad, no se vieron satisfechas.
Descenso en el chavismo
“A partir de entonces hay un descenso, vienen elecciones regionales de 2017, menos votos; luego las presidenciales, y las presidenciales, municipales, donde saca cifras similares a las del domingo (6-D). Hay un desgaste y pienso que la base chavista tiene el peso, porque el modelo socialista ofrece una vida cuadriculada, dentro de un engranaje, y creo que el público chavista está cansado, quiere una vida normal, con pluralidad y posibilidades de mejoras, y eso no se lo ofrece el modelo actual. La visión de Maduro es muy centralizada, hay una cúpula, no hay posibilidad de autonomía. Todo pasa por una política nacional”, argumentó.
“En 2015, la excusa que daba el gobierno (por la derrota de las parlamentarias), fue que el chavismo fue engañado, pero hay molestia y más conciencia. ‘¿Pasaste 2016, 2017, 2018 y 2019, y no pudiste mejorar la situación del país?’ Entonces, no pudiendo ir frente a una estructura tan fuerte, vertical, soviética, el electorado utilizó el arma que tenía en su mano, la abstención”, es la visión de Sucre Heredia al respecto.
Estima el analista que, si la oposición hubiera ido a la elección, «otro cantar sería», pero hay un descontento que se manifestó ya con la ruptura del PCV y PPT, y se manifestó en los debates, con candidatos que no eran muy conocidos, y otras figuras un poco más conocidas. En este sentido recordó que el hijo de Nicolás Maduro (que finalmente resultó electo diputado) destacaba que en la comunidad lo recibían con reclamos; ya había señales, así que creo que la luna de miel con Maduro, que ha tenido varias etapas, pero la última y definitiva, se acabó con la constituyente y ahora hay un agotamiento”, sentenció Sucre Heredia.
Núcleo afectado
Por su parte, la politóloga Marisela Betancourt, observa una abstención, pero también que hubo una migración del voto chavista hacia sectores moderados de la oposición que participaron en el evento del seis de diciembre.
“Considero que hay una merma en el voto del chavismo y lo interesante de esto es que la misma ya llegó al núcleo del voto chavista, que pensábamos que era inamovible, se trata de personas que siguen apoyando al chavismo a pesar de condiciones o situaciones económicas y personales muy críticas y precarias y de estar muy afectadas por las políticas económicas del país, que pensábamos era inamovible, y hasta ahorita es que vemos que fue afectado”, expresó la analista.
A juicio de Betancourt, hay que tomar en cuenta que el quiebre de la alianza del chavismo que se vio con PPT (que se separó del Polo Patriótico, aunque la organización fue luego intervenida y se le impuso nueva directiva que siguió respaldando a Nicolás Maduro), el PCV y Tupamaros también influyó en el descenso del número de votos obtenido por el sector oficial.
Sin embargo, destacó que la migración del chavismo descontento con la gestión de Maduro no se fue hacia las opciones más “radicalizadas”, como el propio PCV y el APRA (alianza que formó el partido del gallo rojo con el sector del PPT al que se le quitaron las siglas de la organización), sino que se trata de electores que migraron hacia el centro político, a la opción más moderada de la oposición, que aglutina Avanzada Progresista, el MAS y otras fuerzas similares.
Quiebre peligroso
“Votaron por algunos partidos de la oposición un poco más moderados, que tienen en su discurso y en la praxis una idea de reconciliación con el chavismo, que tuvieron candidatos que en el pasado apoyaron al chavismo (caso Henri Falcón)”, acotó.
Advirtió que el riesgo para la estructura de gobierno significa un quiebre en sus bases. “La oposición dentro del chavismo es bastante más dañina que la tradicional porque es una dirigencia de izquierda que le está diciendo a la gente ‘oponerse a este gobierno no es ser traidor a la patria o un títere de EEUU, o un fascista”, adjetivo que le colocan a todo oponente, sino que se puede ser oponente dentro de una postura de la izquierda. Esto para el gobierno es un quiebre mucho más peligroso”, argumentó Betancourt.
Protesta
Para Maryclen Stelling, la abstención en el chavismo también denota una postura de protesta ante la dirección política del país y del partido, que refleja un distanciamiento de las bases del movimiento con la cúpula de la dirigencia.
“¿Cómo se expresó esa desafección política? Diciendo ‘me pusieron en bandeja de plata las elecciones, allí expreso mi desafección política’. Hay un sentimiento de desamparo, de desesperanza; la gente empezó a relacionar desafección con comportamiento político electoral. Tienes la oportunidad de no votar. La persona pudo haber votado por la oposición, algo que nunca va a hacer, y simplemente la opción que toma es abstenerse”, explicó Stelling.
Ese distanciamiento de la gente con sus dirigentes es lo que la socióloga califica como el proceso de pasar de lo épico a la desafección política. Lo épico sería aquella votación masiva ante los discursos del chavismo proclamando la revolución, hasta el proceso del pasado 6-D, donde muchos menos simpatizantes sufragaron por las fuerzas oficialistas.
“Está sucediendo eso ante una dirigencia política y económica que no le ha prestado atención a ese problema que cae dentro del campo de la psicología social y política. Hay una sensación de que el liderazgo no te oye, y entonces te vas distanciando de lo político. Lo leo como una protesta, ‘estoy sufriendo esa desafección, no es que no voté porque me dio flojera, no voté por el otro, sino que, simplemente no voté’, detalló Stelling.
No fue una abstención pasiva
Sucre Heredia coincide en que la abstención fue utilizada como mecanismo de protesta. “No hubo un discurso de la abstención (en el chavismo). La oposición trató de montarse en eso, convertir la elección en un rechazo. Es difícil saber los motivos de la abstención, no hubo una abstención pasiva, pero hay niveles de protesta, porque el gobierno llamó a votar, los jefes llamaron a votar, se hicieron los cuadriculados (de las comunidades), actuaron los jefes de calles, ellos tienen un experimento controlado y no resultó, así que esta abstención es más militante que otras”, destacó.
Ahondó en el tema diciendo que se notó una actitud hacia la situación del país, las sanciones y la crisis. “Creo que hubo una protesta, silente, pero también activa; el voto del PCV es uno de sus mejores desempeños desde que se fundó en 1947, ellos sacaron 2,73%, creo que solo desde 1947 no habían tenido una votación así. Es el tercer mejor desempeño desde ese año en que fue fundado. Se trata de un partido pequeño, y hay un mensaje de ‘somos pequeños, pero no nos jodiste’”, detalló
Resalta Sucre Heredia que la base chavista siempre ha sido crítica: “La relación de la cúpula y la base es una relación tensa; el chavismo es muy autónomo y hay un descontento que se manifiesta. Nadie enarboló un discurso (a favor de la abstención) para no dar municiones a la oposición, pero sus problemas los ventilan”, señaló.
Agotamiento del discurso épico
Marisela Betancourt también observa un desplome de la acción épica, no solo en el chavismo, sino también en la oposición, y cree que se nota un cansancio de esas gestas que proclaman los bandos en pugna.
“Hay mucho chavismo que se abstuvo, y es porque la gente está agotada de los discursos épicos. Considero que los discursos épicos en los que hemos vivido en los últimos 20 años han sido algo agotador y los liderazgos políticos están pagando el precio de la gente agotada del discurso épico”, expresó.
Añadió que ambos polos que están en disputa han visto cómo su discurso épico de soluciones mágicas, de “hacer un esfuerzo sobrehumano para salvar la revolución”, o por otro lado “salvar la libertad”, pierden conectividad con la población.
“Son discursos que, en un país absolutamente colapsado en cuanto a la vida diaria de las personas, a la merma de los servicios públicos, el vivir en hiperinflación y una dolarización implícita, están alejados del sentimiento de la población, y ese discurso tiene que ver con la abstención en los sectores del chavismo”, sostuvo.
No funcionaron los mecanismos de control
En cuanto a los instrumentos utilizados por el chavismo para lograr que sus adeptos acudieran a votar, como la acción de la UBCH, los puntos CLAP para registrarse luego de ir a votar para recibir algún subsidio de alimentos, los tres analistas consultados coincidieron en señalar que no funcionaron en la jornada del 6-D.
“Hay unos mecanismos de control que buscaron llevarlos a votar, pero no lo consiguieron. Es probable que al votante chavista lo acompañe un sentimiento de culpa, debe haber un desasosiego, y mucho tiene que ver con la crisis multidimensional que tiene golpeada a la población”, expresó Maryclen Stelling.
En definitiva, asegura que se notó una apatía y un distanciamiento de la política. “Cualquier convocatoria presidencial convocaría más electores, pero el descontento va in crescendo. El liderazgo político, además del beneficio del CLAP, que mitiga un poco, debería ponerse a reflexionar, y atender la desesperanza. Ante la política de trincheras, se debe voltear a analizar estos resultados descarnadamente”, planteó la socióloga
Mito con los mecanismos de control
Sobre la incidencia que tienen los mecanismos de control, Sucre Heredia considera que hay mucho mito por parte de la oposición. “Estudios de opinión como el de IVAD, nunca demostraron que había una sujeción así (de ir a votar para recibir el beneficio). Nunca noté en personas que conozco y que reciben CLAP, que dijeran que deben hacer lo que dice el partido. Para mí es un frankenstein en el sentido del discurso, tanto del gobierno como de la oposición; es una narrativa de la época de la URSS, y de Cuba y eso es desconocer al venezolano; la gente lo recibe como un subsidio, simplemente”.
Agregó que el venezolano tiene un concepto del decoro y que, por eso, esas medidas pueden ser contraproducentes. “Mucha gente pudo interpretar el ‘si no votas no comes’ como un mecanismo de coacción, y ahí tienes la respuesta. Son mecanismos que pueden servir para monitorear, pero siento que hay una autonomía del pueblo chavista y del pueblo en general”, sostuvo.
Medidas desesperadas
Finalmente, Marisela Betancourt indicó que las medidas de coacción son claramente desesperadas, y que el tema de la frase de ‘el que no vota no come’ tiene múltiples interpretaciones, que puede interpretarse en este contexto de hambruna nacional y donde el Estado tiene el control de los alimentos (como amenazas), y podrían tener incidencia en la población, pero son medidas de desespero, que no cambian la tendencia del voto en gran medida.
“Vimos cómo dirigentes del chavismo confesaron que los liderazgos del partido, jefes de UBCH, estructuras del CLAP, tenían que ir, buscar a la gente a sus casas, llevarlos, arrastrarlos para ir a votar. Son medidas de coacción pero no han tenido el efecto que el gobierno ha querido”, precisó, y añadió que, aunque todo esto es un gran riesgo para el gobierno, aún cuando haya un 70% de rechazo a la gestión de Nicolás Maduro, si se produce un 70% de abstención es como si no existiera.