El candidato presidencial Claudio Fermín, abanderado de Soluciones por Venezuela, oferta un gobierno de integración y el impulso de un modelo político sin confrontación extrema, ni venganza. Dice que se «espanta» del uso de dineros del Estado en la campaña de Nicolás Maduro, pero también del dinero del exterior que, asegura, recibe Edmundo González Urrutia. Es partidario de una amnistía general, al tiempo que insiste en que quienes promueven el bloqueo del país, deben retractarse
Sofia Nederr / Tal Cual
Claudio Fermín, sociólogo y presidente del partido Soluciones por Venezuela, formalizó su postulación ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) el 24 de marzo. El domingo 28 de julio será la tercera vez que intentará alcanzar la Presidencia.
Cuando se presentó ante el ente comicial, Fermín aseveró que «Venezuela está secuestrada por la conflictividad extrema y la hostilidad». Esta afirmación la ratifica varias veces durante esta entrevista con TalCual en la que defiende su visión de que el modelo político del país está agotado.
El profesor universitario asegura no ser indulgente con el gobierno de Nicolás Maduro, al tiempo que es enfático al referirse a los sectores de la llamada oposición democrática que apelaron a acciones como La Salida, el gobierno interino o el impulso de las sanciones internacionales.
Locuaz y directo, el también exalcalde de Caracas desestima cualquier tentativa que lo conduzca a declinar sus aspiraciones a favor del diplomático Edmundo González Urrutia, abanderado de la Plataforma Unitaria.
–Si no nos equivocamos, esta es su cuarta postulación. ¿Por qué quiere ser Presidente en los comicios de julio?
–Me postulé por vez primera en 1993, por cierto, soy el último militante de Acción Democrática que estuvo de candidato presidencial antes de que tuviesen candidato propio ahora. Mi segunda postulación fue en el 2000, cuando el comandante Francisco Arias Cárdenas fue el segundo comandante postulado, además de Chávez. Había que postular una candidatura civil y surgió cuando yo ya no estaba en AD. En esta ocasión nos ha atrapado otro debate. Yo tengo muchos años siendo de la prédica de enfrentar la confrontación extrema, sostengo que, aparte de las erradas políticas económicas fracasadas, hay un tercer acompañante como causante de la crisis que es la conflictividad permanente. El modelo político de la confrontación extrema genera en el país tanta desconfianza y tanta inseguridad como lo genera la inseguridad jurídica, las expropiaciones y la corrupción. Bajo este esquema, el país se ha ido concentrando en una bipolaridad, además alimentada por la sociedad mediática. Es una polarización no solo temática, está llena de belicosidad.
–¿Usted se presenta como una tercera vía?
–Desde el punto de vista del grafismo, no sería equivocado llamarlo una tercera, una cuarta vía. Lo que yo protesto es que la confrontación extrema, la rivalidad enfermiza, deja por fuera la discusión de las necesidades primarias de la sociedad. Esta candidatura quiere representar la presentación de las necesidades de los problemas del país por encima de las rivalidades entre los referentes políticos. La contienda política, el careo, no atiende esas necesidades. El modelo político tiene que ser un modelo de entendimientos, de acuerdos, de alianzas. El modelo político que planteo no es la narrativa de la venganza.
–¿Cuáles son las propuestas concretas que tiene para llegar a un modelo acertado?
–El modelo que nuestro país urge es un modelo de integración política. La sociedad está urgida de reconstrucción, aquí los servicios públicos están en el piso. Hay que ver lo que le cuesta a cualquier familia conseguir agua. Tenemos un presupuesto nacional que no llega ni siquiera 9.000 millones de dólares, cuando hace tan solo nueve años, estaba encima de los 90.000 millones de dólares. El Producto Interno Bruto (PIB) se ha reducido mucho más del 60%. El salario no alcanza.
Además, estamos en un proceso de aislacionismo. Tenemos ya varios años que la suerte del país la decide el Grupo de Lima, la Unión Europea o la deciden las fases previas de la elección norteamericana, es decir, el Departamento de Estado, y hoy estamos sometidos a un bloqueo que es una puñalada contra el país. Necesitamos cooperación, necesitamos integración y esto se afronta con entendimiento y eso más que un cambio político es una mutación política. Un gobierno de integración, vamos a ponerle un retrato hablado: que los representantes de Fedecámaras, de las asociaciones de productores, de ganaderos, de los representantes de los sindicatos; de los Consejos de Escuela y los Consejos de Facultad, y los partidos políticos, que converjan en un programa mínimo, formen parte de la toma de decisiones nacionales.
–¿Escuchará a todos los sectores del país?
–No solo escucharlos. El modelo participativo de hoy en día es insuficiente. Necesitamos que las fuerzas que pueden mover el país formen parte de los procesos. Hay que tomar medidas heroicas para superar esta situación de hambre, miseria y atraso que el país tiene. Aquí ha habido tres grandes elementos que han impedido las inversiones: las políticas invasivas de estos 25 años, expropiaciones, confiscaciones, acoso al sector comercial, el cambio de leyes (…) Un segundo elemento de desconfianza y de inseguridad fueron esos cinco años de paralelismo institucional con la supuesta presidencia provisoria de Juan Guaidó; y el tercer elemento ha sido el bloqueo, que ha sido una conspiración protagonizada por muchísimos países. Ningún país puede surgir si no se une.
–¿Cómo se organiza su partido en la campaña y de cara a las presidenciales? ¿Cómo se prepara para este proceso del que ha señalado no es del todo competitivo?
–En Soluciones para Venezuela vemos con espanto cómo se utilizan los dineros del Estado en la campaña electoral del PSUV. Vemos con espanto, y con razón uno comprende, que la ley contra las ONG era contra este expediente que se ha construido en el que el Departamento de Estado, y otras potencias, financiaban partidos políticos venezolanos simulando que estaban donando a las ONG. Esta situación es muy distinta de las organizaciones políticas que somos de gente sencilla. Con todo y eso, yo no me sumo a decir que es un proceso no competitivo: ¿Qué significa que no todos son iguales? AD tiene 83 años, Soluciones tiene cinco. No puede Soluciones tener el arraigo que tienen las organizaciones de muchos años.
–¿Con qué cuenta Soluciones?
–Es una organización emergente, nueva, que está consciente de que su valor es su argumento, su recurso es su propuesta, su densidad temática, contra la confrontación extrema y a favor de la soberanía. Fíjese que las desgracias traen también aliados. Hay partidos, por ejemplo, que no lograron su legalización ante el CNE, como Alianza Centro que decidió respaldar mi candidatura, así como Innovación por Venezuela también, tenemos Independientes por Venezuela y los bomberos organizados. Cuando Fuerza Vecinal decidió apoyar a Ecarri y otro grupo lo hizo con Edmundo González Urrutia, hubo un grupo liderizado por la organización en Apure que también tomó la decisión de respaldar mi candidatura. Ocurrió también con gente de Prociudadanos y hay camaradas que eran del PSUV que no están de acuerdo con lo que ocurre. En Soluciones somos un punto de encuentro.
–Ha dicho que la campaña electoral se ha llenado de incertidumbre por los cambios con la inscripción de candidatos. También ha referido a candidatos tutelados por potencias extranjeras: ¿En este último caso se refiere a Edmundo González Urrutia?
–No he hecho en mi campaña ningún señalamiento contra ningún candidato. No es mi papel evaluar a los candidatos. Yo discuto temas políticos (…) Donde quiera que haya una penetración extranjera, bien sea Raúl Castro tutelando una decisión del partido político A, o Donald Trump tutelando una decisión del partido político B, o ahora el presidente Petro; tenemos en Soluciones una posición venezolanista, de patriotismo, eso no es una autarquía. La política venezolana es de los venezolanos. Pero no acepto injerencia extranjera y es evidente que hay injerencia extranjera detrás de la candidatura de la Plataforma Unitaria, por el financiamiento, por los vínculos con el Departamento de Estado, por las posiciones alrededor de la presidencia interina, y hago un llamado a que esos partidos hagan una autocrítica, así como debe hacerlo el PSUV y dejar atrás la política del estatismo. Este sector opositor debe reivindicar la soberanía nacional.
–¿Usted no declinaría a favor de González Urrutia?
–Creo que he hablado muy claro, mi candidatura tiene un perfil temático. Es partidaria de un gobierno de integración, patriótico. ¿Qué cuentas puede presentar la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que presidió González Urrutia? Yo represento algo muy distinto de eso, de tal manera que las alternativas temáticas están sobre la mesa. Por eso yo le pido al país que cambie de opinión.
–El candidato Luis Eduardo Martínez dijo en entrevista con TalCual que “todos somos alacranes”. ¿Usted se considera un alacrán?
–No sé por qué Martínez se considera así, yo no. Me considero un activista político, una persona comprometida con mis ideas, las propuestas que hago vienen de mi conciencia y de mi criterio, de la conducta que he tenido siempre: una conducta política autónoma. Mi conducta no es tutelada ni económicamente ni filosóficamente por intereses ajenos a los de Venezuela.
–Desde la Plataforma Unitaria, incluso María Corina Machado y González Urrutia, insisten en que Venezuela está a las puertas de una transición política. ¿Usted ve algún indicio o rendija sobre el inicio de un proceso de esta naturaleza?
–Aquí se ha querido abusar de la palabra transición cuando realmente lo que revela es un cambio permanente. Cuando el presidente Maduro optó por permitir la libre circulación del dólar hubo un proceso de transición económica. Cuando Maduro tuvo que sentarse a hablar en México y en Barbados con quienes le organizaron golpes de Estado y estos admiten que si la gente tiene diferencias debe sentarse, allí hay una transición. La transición son cambios, unos son más marcados, otros son continuos y otros son interrumpidos, pero las sociedades siempre están en transición. Lo que sí es verdad es que puede haber cambios violentos y cambios democráticos, hay gente que es partidaria de cambios violentos y hay quienes somos partidarios de cambio pacíficos y de cambios convenidos.
La amnistía de Fermín
El candidato Claudio Fermín puntualiza que lleva años en el seguimiento del contexto venezolano y el diseño de los planteamientos que ofrece al país como una alternativa. Esta ardua tarea la compagina con su rol de docente universitario y sus disertaciones sobre las relaciones internacionales. Aunque la vocación académica en el aula le consume dos días a la semana, el abanderado de Soluciones refiere que no acostumbra conversar con los alumnos sobre sus aspiraciones presidenciales.
–La represión política se ha acentuado en los últimos años, hay 274 presos políticos y denuncias de tortura. ¿Consideraría una amnistía?
–Desde hace varios años he venido proponiendo una amnistía política general que abarca varios aspectos. En primer lugar, los presos políticos. Y a eso hay que meterles la lupa: hay presos políticos que han conspirado por golpes de Estado, por intentos de magnicidio. Hay ciudadanos que posiblemente son inocentes y merecen un juicio con todas las garantías procesales, pero los delitos de los que se le acusan son de una entidad política muy grave. Hay otros tipos de presos, como los que escribieron un tuit. Allí ha fallado el Presidente, que tiene la potestad constitucional de conceder indultos y ha fallado la Asamblea Nacional, incluso esa Asamblea por la que yo voté en el 2015 tuvo cinco años y pudo haber decretado una amnistía. Los presos políticos dañan la normal relación entre los sectores del país. Pero, la amnistía que propongo también pone la libertad de asociación. Y otro elemento es pedir, a quienes han pedido el bloqueo contra Venezuela, que se retracten.
–La corrupción en Venezuela ha tenido un rostro claro en el caso de Pdvsa. ¿Qué propondría para la recuperación de la industria?
–No es lo mismo un gobierno monopartidista donde surgen solidaridades automáticas y se encubren muchas cosas e incluso que quienes controlan están designados por los controlados. En los gobiernos civiles que precedieron al chavismo, ni un solo día la Contraloría General de la República estuvo en manos del partido de gobierno. En un gobierno de integración serían tantas las miradas de distintas procedencias sobre el hecho administrativo que no se pueden ocultar las finanzas. La industria petrolera va a requerir de montos de inversión que exceden el tamaño de la banca en el país. Vamos a requerir de banca internacional, no solo de inversión extranjera. Pero hay que recuperar la confianza. Aspiramos a una economía diversificada, sin olvidarnos del petróleo.
–Ha hablado de un compromiso con la comunidad Lgbti. ¿Qué propone para este sector que se siente ignorado por la dirigencia política?
–Todo debe comenzar por la equidad, por la igualdad. Yo aspiro igualdad jurídica para todos los venezolanos, si usted es negro o es blanco, si es alto o es bajo, si usted es gordo o es flaco, si usted es heterosexual o es homosexual; ese es su problema. Yo aspiro que la ley sea igual para todos y que todos los venezolanos tengan el mismo derecho al trabajo, el mismo derecho al respeto a su dignidad. En el caso de la población sexodiversa es demasiado pronunciado el bullying, la humillación. El problema de fondo es que se está violando la igualdad ante la ley. Un gobierno debe ser para la inclusión, no para la exclusión.
–¿Un profesor, un trabajador público, ¿cómo se sentiría integrado en un gobierno de Claudio Fermín? No se ha aumentado el salario en los últimos dos años y el gobierno vive de la oferta permanente de bonos.
–Ya tenemos 30 años con la política de bonificación, 25 años del gobierno chavista y los cinco años del presidente Caldera. El hilo conductor, y a algunos le parece que mi respuesta es indulgente, pero es muy severa, es que no hay dinero suficiente para pagar los cinco millones y medio de trabajadores del Estado y los cinco millones de jubilados. No fueron capaces o no tuvieron voluntad política o no encontraron apoyo o no construyeron las circunstancias para hacer una gran reforma del Estado. Tenemos 32 ministerios y 800 empresas del Estado, es un Estado glotón. El primer efecto nocivo de ese Estado hipertrofiado es que el dinero público se convierte en pan rallado (…) Necesitamos una reforma del Estado, que deje a los municipios y a las gobernaciones los que le corresponde. El objetivo del Estado en un gobierno bajo mi coordinación es el servicio, no el lucro, el lucro es potestad de los ciudadanos.