Durante más de cuatro kilómetros el candidato presidencial Edmundo González y la líder opositora María Corina Machado saludaron a quienes se agolparon en las avenidas Bolívar y Cedeño para acompañar una caravana de campaña en la capital carabobeña, a pesar de las dificultades de movilidad impuestas por la alcaldía y la gobernación en control del oficialismo
TalCual
Valencia amaneció el sábado en estado de sitio. Los distribuidores y rutas de acceso hacia el centro de la capital de Carabobo, donde María Corina Machado y Edmundo González habían convocado a sus partidarios para encontrarse en la avenida Cedeño, mostraban puntos de control policial. Fuera del radio urbano, en las autopistas también la Policía de Carabobo y en algunos casos funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana también levantaban puntos de control como barreras para restringir el paso vehicular.
«La policía nos está trancando. En la avenida Branger pusieron arena para que no pasaran carros ni personas. El distribuidor El Trigal está trancando por la policía municipal. La Policía de Carabobo está trancando también frente al parque Negra Hipólita. Así se nos ha complicado venir a la concentración», contó Rubén Castro. El motorizado dijo que en las alcabalas le complicaban el paso a quienes iban en vehículos de dos ruedas, exigiendo papelessupuestamente «para chequear y evitar la delincuencia».
María Corina Machado superó al menos cuatro bloqueos policiales o de peajes cerrados hasta llegar, en moto por fuerza de la circunstancia, a Valencia. Allí se encontró con González Urrutia para abordar el camión que los conduciría por la avenida Bolívar, pasando por el callejón Arismendi hasta entrompar hacia la avenida Cedeño. En total un recorrido de 4,2 kilómetros.
A lo largo del recorrido los negocios de pie de calle paralizaron sus actividades para saludar el paso de la dirigencia opositora y tomar fotos o videos. «Hoy no se despacha», anunció Ramiro Menéndez con una sonrisa en su frigorífico. «Por lo menos hasta que terminen de pasar para poder verlos y saludarlos bien», completaba. Más adelante en la avenida Bolívar, Luz Yépez ni siquiera tenía que hacer la aclaratoria: cuando algún cliente desprevenido la viera en en la puerta del local y no en el mostrador, teléfono en mano y brazos en alto, entendería.
«Naguevoná el poco e’ gente» fue una expresión que el equipo de TalCual escuchó al menos cuatro veces. Había sorpresa por lo que consideran la manifestación opositora más concurrida en al menos una década. «Esto no se veía hace mucho y yo creo que ahora es más grande que antes», opinó Alberto Nández desde el techo de la estación Cedeño del Metro de Valencia a donde se encaramó para mirar el paso de la caravana desde un lugar privilegiado.
Lo mismo intentaron muchos más, aprovechando balcones de edificios, ventanas residenciales, locales comerciales de lo spequeños centros comerciales de la vía y hasta árboles, muros y semáforos. La infraestructura urbana al servicio de un saludo. La respuesta era recibir el gesto de Edmundo González y hasta algún beso al viento de María Corina Machado.
Durante el recorrido el calor hizo de las suyas. Hubo al menos una persona desmayada en la avenida Cedeño, un señor de la tercera edad que esperaba ver a la líder opositora de cerca pero estar tan apretujado le complicó el momento. Fue auxiliado en una panadería por varios vecinos, sin mayor consecuencia.
«Esta es la mejor demostración ante el abuso de estos mamarrachos», soltó Luis Navas al respecto de la muchedumbre que pudo superar los impedimentos al paso que desde la madrugaba se registraban en la ciudad, donde la alcaldía también activó cuadrillas del Plan Buho para supuestos arreglos urbanos que, combinados con los de la Gobernación, hacían poco menos que intransitable un gran número de calles alimentadoras de las principales avenidas del evento, la Bolívar y la Cedeño. Además, el Metro de Valencia permaneció cerrado.
Janette Arismendi, junto a sus dos hijas, salió a manifestar su apoyo al candidato presidencial opositor pensando en su tercer hijo, el mayor, el que emigró por el Darién, el que no ha visto hace más de un año. «Yo siento que el país despertó tarde, pero menos mal que despertó», dijo. Más allá, dos hombres se reencontraron en la movilización y se saludaron con efusión, uno no sabía que el otro había vuelto a su ciudad, de visita y para votar. «Era un viaje planificado, pero voy a aprovechar de cobrarles que me hayan obligado a irme».
Vendedores de banderas trataban de hacer su agosto. El formato más vendido era el de las más pequeñas, para ponerla en los retrovisores de las motocicletas. «Es que nosotros andamos activos con María», rió Freddy Quintero a bordo de su Bera, banderita en cada extremo de su manubrio. Pero no fue el único objeto de venta: Ana García vendió al menos seis camisetas estampadas con el rostro de la líder opositora. «Primera vez que las traje y creo que salieron bien». Costaban cinco dólares.
Pancartas caseras vistieron la manifestación -cuya punta de lanza era el exalcalde Enzo Scarano guiando la ruta y abriendo el paso-, así como banderas de tela, y hasta hechas con globos de colores. Hubo símbolos partidistas en banderas, franelas, gorras, pero lo que más se repetía era el tricolor. Como antesala al camión del candidato presidencial y la líder, un camión o motos con dirigentes de partidos: Delsa Solórzano, Luis Florido, Juan Pablo Guanipa, Roberto Henríquez y Robert García, entre otros.
Luego de una larga movilización, donde las personas se mantenían a pie po poco más de una cuadra acompañando «la carroza» -como le llamó un transeúnte- y los motorizados completaban el ruidoso recorrido, al cierre de la avenida Cedeño Edmundo González bajó del camión para retirarse del sitio, mientras Machado aprovechó de caminar unos cuantos metros más a la altura del electorado. «Vamos a ganar», repetía una y otra vez entre jaloneos, abrazos y peticiones de que, ahora sí, puede llegar un cambio a Venezuela.