La abstención en las elecciones parlamentarias beneficia al chavismo, a Henri Falcón y a Javier Bertucci. Pero solo con que los partidos mayoritarios de la oposición cambien de estrategia, el escenario da un vuelco importante
Franz Von Bergen
“Las elecciones parlamentarias se han transformado en un proceso truculento y fraudulento”, denunció el secretario general de Acción Democrática. El jefe de Copei lo apoyó y pidió suspenderlas para restablecer un mecanismo de confianza y abrir un compás de discusión.
Las declaraciones son de hace 15 años y se hicieron una semana antes de las elecciones legislativas de 2005. Sin embargo, la situación es tan similar a la actual que cada una de las palabras puede trasladarse al presente.
Como en aquella ocasión, el pasado 3 de agosto, los partidos mayoritarios de la oposición firmaron un acuerdo de no participación argumentando que el proceso electoral no cumple con las garantías mínimas de legitimidad. Henri Falcón, presidente de Avanzada Progresista y excandidato presidencial, criticó la decisión asegurando que deja vía libre al chavismo para retomar el control de la Asamblea Nacional.
El 4 de diciembre de 2005, la participación fue de 25,26% y el chavismo y sus partidos aliados se llevaron todos los 167 cargos a elegir.
Para las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre aumentaron a 277 los diputados a escoger y se espera que participen Henri Falcon y opciones independientes como El Cambio, presidido por Javier Bertucci. ¿Es esto suficiente para que el resultado sea distinto?
Dos opciones
Existen dos escenarios de abstención ante las elecciones parlamentarias. El primero, y el más probable, es que los partidos mayoritarios de la oposición sigan llamando a no votar, lo que permitiría al Psuv obtener la mayoría calificada, como ya ocurrió en 2005.
El segundo es más improbable, pero haría la disputa mucho más reñida: si solo los partidos mayoritarios de la oposición cambiaran de estrategia y llamaran a votar se limitaría de manera importante la ganancia del oficialismo, aunque la abstención seguiría existiendo y perjudicaría a los opositores.
Para tener una idea de cómo sería la competición en este escenario de abstención media, analizamos los resultados de las elecciones regionales del 15 de octubre de 2017.
Ese día, la participación fue de 63,23%, casi 11 puntos menos que en las elecciones parlamentarias de 2015, en las que la oposición conquistó la mayoría calificada al obtener el 54% de los votos y benefició de la sobrerrepresentación que el chavismo había diseñado por años para favorecerse a sí mismo.
El oficialismo obtuvo una cifra de votos muy similar en ambos procesos: 5,6 millones en 2015 contra 5,8 millones en 2017, lo que sugiere que los 2,3 millones de votos que no llegaron a las urnas eran los que habían dado la victoria a la oposición, que pasó de 7,7 millones a 5,0 millones.
En este escenario, 64 de los 130 diputados nominales a repartir estarían en circuitos favorables para el chavismo, porque los ganó con una diferencia superior a los 10 puntos porcentuales en octubre de 2017, a la vez que 19 representantes nominales estarían en territorios de ventaja para la oposición.
La elección se definiría en 24 circuitos reñidos donde se escogen a 39 parlamentarios y en los que ese día la diferencia entre el gobierno y la oposición fue menor a 10 puntos porcentuales.
En 2017, el chavismo ganó en 15 de esos 24 circuitos reñidos. De haber sido unas elecciones parlamentarias, finalmente se habría llevado 90 de los 122 diputados nominales a repartir contra 32 de la oposición. Cabe destacar que en este análisis no se cuentan los 13 diputados a repartir en el Distrito Capital porque en octubre de 2017 no hubo elecciones en ese territorio.
Pese a que la diferencia parezca abultada, si todos los circuitos reñidos fueran ganados por la oposición, obtendrían 58 parlamentarios contra 64 del chavismo. La repartición en las elecciones de 2020 de más escaños a través de listas proporcionales podría ayudarle.
Si consiguiera ganar todos los circuitos reñidos, probablemente sumaría más votos que el Psuv, por lo que la repartición de los 144 cargos del voto lista (incluido el nacional) le podría dar de forma ajustada los legisladores necesarios para obtener la mayoría absoluta con 139 escaños en total.
El Psuv, por su parte, arranca desde una posición más cómoda en este escenario de abstención media. Con ganar unos pocos circuitos reñidos probablemente le sería suficiente para obtener la mayoría absoluta de 139 escaños, a la vez que si gana una amplia mayoría de ellos podría conseguir la mayoría calificada de 185 escaños.
Las ‘victorias’ de Falcón y Bertucci
Si la oposición mayoritaria finalmente no participa, como ha anunciado hasta ahora, el chavismo enfrenta un escenario claramente favorable al competir principalmente contra los partidos de Henri Falcón y Javier Bertucci, así como algunas otras tarjetas.
Para proyectar lo que pasaría en este escenario de alta abstención se adaptaron los resultados de las elecciones presidenciales de mayo de 2018 al método de repartición de escaños anunciado para las parlamentarias de este año.
Como ocurrió en las regionales de 2017, la cantidad de votos conseguida por el chavismo continuó estable respecto a 2015: esta vez 6,2 millones.
La participación, por su parte, siguió en caída libre y llegó solo a 46%, esta vez 28 puntos menos que en 2015. Falcón y Bertucci acumularon entre ambos 2,9 millones de votos, 4,8 millones menos que la unidad opositora en 2015.
Bajo este escenario de alta abstención, los 130 diputados nominales se repartirían en circuitos en los que el chavismo ganó cómodamente por más de 15 puntos. Al sumar el voto lista, el Psuv obtendría de manera fácil la mayoría calificada con más de 185 escaños.
Sin embargo, el oficialismo y sus aliados no se llevarían todos los escaños de la nueva Asamblea Nacional, como ocurrió en 2005. Falcón y Bertucci serían los grandes beneficiados de los cambios introducidos por el CNE para estas elecciones, pues obtendrían una representación que, con la pasada distribución, no lograrían.
Gracias a que ahora el 52% de los cargos se reparten a través de listas proporcionales, el partido de Falcón obtendría 28 parlamentarios y el de Bertucci 8, si se repitieran los mismos resultados que en 2018.
Antes, pese a acumular entre los dos el 31,7% de los votos, el sistema casi mayoritario que existía no les hubiese dado ningún tipo de representación. Ahora el chavismo se llevaría 87% de los cargos, Falcón 10% y Bertucci 3%.
Estos dos dirigentes políticos forman parte de la mesa de diálogo convocada por el oficialismo para organizar las elecciones parlamentarias.
El chavismo estaría renunciando a controlar el 100% de la Asamblea Nacional, pero seguiría teniendo la mayoría calificada para aprobar cualquier cosa e internacionalmente podría argumentar que la oposición está representada en el parlamento nacional.
Ese es un elemento clave para la pelea que se dará después de las elecciones para legitimar o repudiar los resultados, si se materializa este escenario de alta abstención y sin los partidos mayoritarios de la oposición.