Los comunistas apoyando a un candidato que no es precisamente de izquierda y dos rivales (versión ad hoc y no intervenida) que hicieron su rivalidad de más de 40 años a un lado para apoyar a un mismo abanderado
Valentina Gil
Dios los cría y ellos se juntan…¿a la fuerza?. En el Guachimán Electoral te contamos las alianzas que se han dado, contra todo pronóstico y expectativa, en esta elección:
El Partido Comunista de Venezuela alguna vez fue pieza clave en las victorias del chavismo. Para la elección del 7 de octubre de 2012, el PCV aportó cerca de 500.000 votos a Chávez, un tímido 3,29% de los 8.191.132 que obtuvo el candidato oficialista. No obstante, la tolda del gallo rojo dio casi el doble de votos que el siguiente partido con más aporte: PPT con un poco más de 200.000.
En 2013, de los 7.587.579 que el CNE adjudicó al candidato Nicolás Maduro, el PCV aportó 283.678 de votos, lo que se traduce en 1,89%. Cuantitativamente era poco menos de la mitad de lo que habían aportado seis meses antes, pero igual se mantuvo como el aliado que más impulso electoral dio en ese entonces al candidato del PSUV y del llamado Polo Patriótico.
Pero el amor terminó cuando el gallo rojo y facciones del PPT, del movimiento Tupamaro y de la Unidad Popular Venezolana (UPV) decidieron apartarse del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y formar, en agosto de 2020, la Alianza Popular Revolucionaria (APR).
Como era de esperarse, a la tolda roja no le cayó bien la división de su “alianza perfecta”. Entonces, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en sus sentencias 119 y 122, ordenó remover las juntas directivas del PPT y Tupamaro. La tarjeta del gallo rojo no tardó en caer después: el 11 de agosto de 2023, el Poder Judicial entregó el nombre y símbolos del partido a una junta ad hoc, dirigida por Henry Parra.
No contar con tarjeta no fue impedimento para que los comunistas escogieran a Enrique Márquez como su abanderado. Una opción que no necesariamente cumple con el perfil que suelen buscar para sus candidatos. Óscar Figuera, secretario general del PCV, detalló que el proceso de seleccionar la candidatura de Márquez fue a través del voto. El candidato sacó 50% de los votos.
El PCV intentó en marzo inscribir a través de una alianza con otros partidos de izquierda, al periodista Manuel Isidro Molina, y la candidatura no fue aceptada. El Movimiento Popular Alternativo iba a promover esa postulación.
Lo que unió el TSJ, que no lo separe el hombre
Durante los cuarenta años de la democracia representativa, Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) dominaban la arena política y competían férreamente por la presidencia de la República.
Hizo falta una pequeña intervención del Poder Judicial para que tanto sus juntas ad hoc como las directivas originales decidieran dejar atrás las rivalidades. A la tolda verde le fue impuesta una nueva junta en 2015 y luego también en 2019, quedando en manos de Miguel Salazar, mientras Bernabé Gutiérrez se hizo con la tarjeta de la tolda blanca en 2020, gracias al TSJ.
Inicialmente, Copei intervenido postuló como candidato a su secretario general, Juan Carlos Alvarado, pero luego declinó a favor de Luis Eduardo Martínez, el también candidato de la AD intervenida.
Del otro lado del charco, las facciones “en resistencia”, dirigidas por Henry Ramos Allup y Enrique Márquez, también se decantaron por un candidato en común: Edmundo González Urrutia. Pero, en vista de las circunstancias, pueden aportar con la difusión de la candidatura unitaria y promover el voto, pero no con la postulación de testigos.