Especialistas concuerdan que para cuidar a la población en riesgo y evitar una escalada en el número de casos se debe elaborar un protocolo que cumpla con la higiene de manos, mascarillas, desinfección de equipos electorales y centros de votación con mucha ventilación
Patzzy Salazar y Daniel Benítez
El Gobierno de Maduro, en medio de una pandemia como el COVID-19 que ha cobrado la vida de más de 930.000 personas a escala mundial y con un sistema sanitario colapsado, está empeñado en celebrar las elecciones legislativas en diciembre.
El gobernante venezolano aseguró, el domingo 6 de septiembre, que las elecciones parlamentarias, previstas para el #6D, se realizarán “llueve, truene o relampaguee”.
En esta pandemia, la tendencia a escala mundial indica que los ancianos son el grupo más vulnerable. A eso se le debe sumar que también se convierten en población de riesgo aquellos pacientes con enfermedades de base como cáncer, diabetes, hipertensión arterial, problemas cardíacos o pulmonares, enfermedades respiratorias crónicas, enfermedades renales u obesidad.
De acuerdo con información divulgada por el Consejo Nacional Electoral (CNE), en estas elecciones podrán participar 20.710.421 votantes. Organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Estados Americanos (OEA), indican que las personas más vulnerables son aquellas con más de 65 años. Sin embargo, el CNE no proporciona información sobre los rangos de edad en el que está dividido el Registro Electoral. Por lo tanto, no se conoce cuál es la cantidad de personas mayores de 65 años que están registradas para votar.
No obstante, el CIA World Factbook, una publicación anual de la Agencia Central de Inteligencia que registra datos poblacionales de distintos países (CIA por sus siglas en inglés), estima que para 2020 en Venezuela había 28.644.297 de personas, de las cuales 2.341.908 (8,18 %) son personas mayores de 65 años.
Siguiendo los datos ofrecidos por el CNE y el CIA World Factbook, el #GuachimánElectoral realizó un cálculo para obtener un aproximado del porcentaje de adultos mayores que están incluidos en el Registro Electoral, lo que dio que el 11,3 % de los electores son población de riesgo ante el COVID-19. Sin embargo, se desconoce si la totalidad de los adultos mayores están incluidos en el Registro Electoral. En este cálculo no están incluidas las personas menores de 65 años que padecen enfermedades de base.
El 11 de septiembre, el #GuachimánElectoral envió un correo electrónico al CNE solicitando información sobre la población adulto mayor que está en el padrón electoral, pero no se obtuvo respuesta.
Daniel Santolo, politólogo y experto en sistemas electorales, asevera: “Hay que evaluar cómo se maneja el riesgo de contagio en las elecciones, porque ahorita la situación va en crecimiento y diciembre se proyecta como un mes donde habrá más casos. Esto es un riesgo para el personal electoral, miembros de mesa y los electores”.
De hecho, el 9 de septiembre, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales emitió un segundo informe sobre el avance del COVID-19 en Venezuela, donde hacen una estimación de que el país podría alcanzar 14.000 casos diarios en el último trimestre del año.
Especialistas consideran que, a diferencia de otros países, Venezuela no está preparada para celebrar elecciones en pandemia, ya que la realidad actual indica que no se cuenta con los equipos de bioseguridad para proteger a los electores, mucho menos a la población vulnerable.
Edad y enfermedades de base
El riesgo de complicaciones por COVID-19 puede aumentar en las personas mayores de 65 años y, según la OMS, también en las personas de cualquier edad que tengan afecciones médicas previas, como problemas cardíacos o pulmonares, hipertensión arterial, diabetes o cáncer. Entre las enfermedades asociadas al COVID-19 que pueden tender a complicarse están también las personas que sufren de obesidad y sobrepeso y las personas con VIH.
El médico infectólogo Manuel Figuera esgrimió que los adultos mayores tienen más probabilidades de presentar un cuadro más grave por la enfermedad. porque al ser mayores su sistema inmunológico es menos eficiente que el de los jóvenes para atacar al virus.
En Venezuela, según un estudio realizado por la Sociedad Venezolana de Medicina Interna (Svmi), desde el año 2014 hasta el 2017, que buscó determinar la prevalencia de enfermedades cardiometabólicas que sufre la población venezolana, estableció que 12,3 % de los venezolanos sufren de diabetes, 34,1 % padecen de hipertensión arterial, 24,6 % sufre de obesidad y 34,4 % de sobrepeso. El estudio se hizo a escala nacional con adultos mayores de 20 años. Sin embargo, el estudio no arroja datos discriminados por edades, por lo tanto no se puede calcular cuántas de estas personas son mayores de 65 años y si están inscritos en el Registro Electoral.
Virginia Salazar, presidenta de la Svmi, explicó que la relación entre tener una enfermedad de base y desarrollar una infección severa por coronavirus está ligada con la particularidad que tiene cada enfermedad de base que sufra la persona. “Por ejemplo, el paciente diabético tiene una inmunidad comprometida, la respuesta inmune del paciente diabético que tiene la glicemia alta no es adecuada y eso lo predispone a una serie de infecciones. Además, hay daños vasculares en las células de los vasos sanguíneos que con la infección viral producida por el COVID-19 se deterioran más y eso hace que se predisponga a una enfermedad más severa”.
La especialista continuó explicando que las personas que tienen alguna enfermedad pulmonar ya tienen sus pulmones comprometidos por la misma patología y cuando el virus ataca los pulmones no tienen la misma capacidad de respuesta que los de una persona que no sufre de alguna enfermedad pulmonar.
Para el 14 de septiembre, en Venezuela se reportaron 61.569 casos de contagio y 494 fallecidos por COVID-19. Según el conteo diario del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), de ese total de muertes, 262, es decir, el 53 %, son mayores de 60 años.
Según el Anuario de Mortalidad 2014, el último publicado por el Ministerio de Salud, las principales causas de muerte en el país por enfermedades crónicas no transmisibles son enfermedades cardíacas (20,7 %), cáncer (15,4 %) y diabetes (7,6 %).
Figuera acotó que a pesar de que hay una asociación entre severidad y mortalidad con edad, eso no significa que todas las personas mayores de 60 años y con enfermedades de base van a fallecer o les va a dar el virus de forma más severa.
¿Qué se recomienda para unas elecciones en pandemia?
Martín Anderson, médico especialista en salud pública, afirma que las medidas sanitarias que ha dispuesto el CNE para prevenir el contagio del virus han sido implementadas de manera inadecuada, aún más si se piensa en adultos mayores.
“En el proceso de actualización del Registro Electoral no se observó en su totalidad el distanciamiento físico. En el protocolo del CNE no se contempla la disposición de equipos y materiales para uso exclusivo de cada funcionario; tampoco el señalamiento para ordenar la fila de personas ni la habilitación de horarios de atención especial para las personas en riesgo”.
Por otra parte, el experto en salud pública agrega las medidas imprescindibles: uso de guantes, tapabocas y gel antibacterial, y la desinfección de equipos captahuellas, bolígrafos, asientos y mesas con regularidad.
Hace apenas unos días, el CNE detalló cuál será el protocolo de bioseguridad que implementará el #6D: uso obligatorio de mascarillas, demarcación de espacio de 1,5 metros entre votantes y uso de gel antibacterial antes de usar la máquina de votación. Además, el Poder Electoral estableció que serán los coordinadores de cada centro electoral y los funcionarios del Plan República los responsables de que se dé cumplimiento a las medidas antipandemia.
Figuera agregó, como recomendación, el uso de mascarillas por parte de los votantes y la instalación de puestos de higienización de manos antes y después de votar. “En cada mesa electoral debería haber alcohol en gel para limpiarse las manos antes de votar, porque hay que recordar que se debe poner la huella, el dedo en la tinta, firmar un libro, tocar una pantalla táctil y muchas personas van a tocar eso, y puede haber personas que, incluso, estando enfermas pueden ir a votar”.
Asimismo, el infectólogo señaló que los espacios donde se hagan las votaciones deben ser muy ventilados. “No debería haber muchas personas en el mismo sitio y en espacios cerrados, porque, probablemente, los que vayan a tener mayor riesgo no son los que van a ir a votar, porque ellos entran por unos minutos y se van, sino los testigos de mesa y las personas dentro de la mesa electoral que van a estar ahí, por horas, en un espacio cerrado”.
La experiencia en otros países
Elecciones legislativas, presidenciales y plebiscitos son parte del calendario democrático que la pandemia ha obligado a modificar. La mayoría de los países que tenían elecciones en marzo, abril y mayo tuvieron que posponer sus comicios justo cuando el virus se propagaba sin control.
Un estudio del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (Idea) precisa que dos de cada tres países que debían celebrar elecciones este año decidieron posponerlas debido al coronavirus, y al menos 54 países optaron por celebrar comicios siguiendo protocolos de bioseguridad.
Anderson cree que el problema no está en realizar elecciones en plena pandemia, sino en tener y seguir un plan de bioseguridad. “Si tienes la capacidad para cuidar de tu población no hay problema en hacer unos comicios electorales. Ya vimos que los médicos en Venezuela ni siquiera tienen equipos de seguridad».
Como ejemplos se tienen a Corea del Sur, donde se dispuso la opción de voto por correo y voto adelantado para quienes estuvieran contagiados. En Croacia se permitió el sufragio a domicilio con una persona de confianza. En Singapur, los ciudadanos con fiebre pudieron votar en la última hora de la jornada y ciertas comunidades en España no permitieron el voto de los infectados. En Rusia, la votación duró una semana entera y se permitió el voto desde las casas y lugares de trabajo. En los centros de votación se chequeó la temperatura y se dieron mascarillas, guantes y lápices individuales.
En contraste, uno de los casos donde hubo un repunte significativo luego de la elección fue en Burundi, el país africano permitió la reunión de miles de personas sin medidas de distanciamiento social y las campañas electorales se dieron con poco resguardo físico.
Estos casos demuestran cómo las instituciones electorales y los gobiernos tienen la responsabilidad de organizar procesos que preserven el sistema democrático y eviten que las elecciones incrementen la propagación del COVID-19.